Llama la atención que para la venta de un producto se tenga que recurrir muchas veces al sinuoso y voluble sector que comprende la mentira. En una nación como la nuestra, que vive pendiente de los matinales y los noticiarios, la imagen es todo. Por esto cuando el joven Rodrigo Cisternas fue baleado en las afueras de Curanilahue, la imagen de Carabineros y la de Forestal Arauco, la principal empresa maderera del país, se vio terriblemente afectada. Esto sumado al desastre ecológico del río Mataquitos a principios de año no fue sino en detrimento de la imagen corporativa de la empresa del difunto Anacleto Angelini.
Cuando este último falleció a finales de agosto, poco faltó para alzarle una estatua dorada en plena Plaza de la Ciudadanía en honor a sus bondades y virtudes. Los principales medios de prensa nacionales le rindieron tributos con biografías, al igual que varios programas televisivos. Se hizo mención a su relación con el ex mandatario Ricardo Lagos, se habló de su perro, su casa majestuosa y su poca afición por las propinas. Algo de lo que se habló muy poco fue del enorme impacto social y ambiental que su legado dejó a nuestro Chile lindo.
Este año, celebrando sus 40 de existencia, Forestal Arauco lanza una nueva campaña publicitaria para limpiar con agua bendita sus manos y pies de pecadores. Esto sumado a su “compromiso social” brindan una excelente excusa para embellecerse como nunca.
¿Por qué no me quieres, acaso no sabes lo buena empresa que he sido contigo?
Llega a ser irrisorio; la idea de un comercial de treinta segundos limpiando mágicamente la imagen, mellada por los sucesos de este año y el acarreamiento del tiempo y el hastío de la gente que busca mejores condiciones de trabajo, cuidados a sus tierras, respeto por sus pueblos, sus ríos, sus océanos, sus cielos, acaso alguna vez fueron todos uno sólo; una tierra, un manto de agua, un aire prístino y libre.
Es sucio, una falta de respeto, una subestimación grosera los hombres y mujeres de Chile. Es darle una moneda roída y oxidada para comprar su silencio. Para marcharse en paz, eludiendo las miradas terrestres y juzgadoras, empinando hacia la cuna enaltecida en la que duermen cálidos y conformes los seres sin rostro ni manos, aquellos hombres corporativos que ocasionalmente se calzan el traje de piel humana y adoptan una actitud híbrida bajo la aurora antropomorfa, posan en la foto, profieren sus palabras en periódicos de circulación masiva, en los que serán vistos y leídos por tantos otros como ellos, que harán exactamente el mismo acto, sin interludio, para un país lleno de crédulos cansados del mismo ejercicio metálico una y otra vez.
Lo peor es que la gente cae, como si fuese ésta su tarea premeditada. Cae en el juego y compra lo que les venden, compra la bondad de la empresa, compra la rectificación del desarrollo económico y espiritual que nos ofrecen como testigos de Jehová, casa por casa, con mucha paciencia y un maletín lleno de folletos aquellos que se escudan tras un eslogan empresarial: “¿No sabes todo lo que Arauco ha hecho por ti y tu país?”
El ejercicio posterior es sencillo; consiste en realizar una pulsión mínima del diminuto botón que se encuentra bajo las letras “CH” y que tiene un signo de suma o resta. Esto tendrá como resultado cambiar de canal y así no tener que ver el resto del spot publicitario. Es el primer paso hacia el pensamiento libre y hacia la arriesgada, pero excitante tarea de discernir lo que nos es puesto ante los ojos. Está en nuestro control creer o no lo que se nos dice. Es uno de esos derechos/deberes que es imposible eludir. Porque todos hablan de las ganancias, pero nadie denuncia los crímenes
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